Crimen e investigación

El secuestro de Melodie Nakachian

A finales de los años 80 Raymond Nakachian es uno de los tantos multimillonarios extranjeros que ha fijado su residencia en la Costa del Sol, punto de encuentro de la alta sociedad de la época.

Su esposa, Kimera, es una cantante surcoreana que luce estrambóticos maquillajes y goza de enorme fama en otros países, aunque en España aún no es muy conocida. La pareja, casada en segundas nupcias, tiene dos hijos en común: Amir, de tres años y Melodie, de cinco.

El lunes 9 de noviembre de 1987, el hijo mayor de Nakachian, también llamado Raymond, sale de la residencia familiar en Estepona conduciendo su coche en torno a las 9 de la mañana. Junto a él viajan su mujer, la hija de ambos, y su hermana Melodie.

De pronto, una pequeña furgoneta blanca se cruza en su camino y le corta el paso al mismo tiempo que otro coche cierra la escapatoria por la parte trasera. De los vehículos bajan 4 encapuchados empuñando pistolas y armas largas. Sin mediar palabra pinchan las ruedas del coche de Raymond Junior, sacan bruscamente de él a Melodie y huyen del lugar.

Los primeros contactos de los secuestradores

Pasaron más de 24 angustiosas horas hasta que la familia recibió noticias de los secuestradores. Una llamada telefónica en la que una voz con acento español y que se hacía llamar Oscar exigía para liberar a la pequeña el pago de 13 millones de dólares.

Al cuarto día de secuestro y tras otros contactos telefónicos, los captores hacen llegar a la familia una foto de Melodie junto a una cinta de cassette. En ella se escucha un mensaje desgarrador con la voz de la pequeña pidiendo a su padre que pague el rescate.

Los alrededores de la residencia de Raymond y Kimera son ya un hervidero de periodistas y el caso se difunde a nivel mundial. Algunos medios comienzan a especular con la motivación del secuestro, elucubrando sobre un posible origen turbio de la fortuna de Nakachian y dejando entrever que el motivo del rapto podría ser una venganza mafiosa.

Una cartera extraviada que lo cambió todo

Los días transcurren entre pesquisas y mensajes de los secuestradores hasta que, el 16 de noviembre, se produjo un hecho, aparentemente aislado, que resultará determinante para la suerte del caso.

En Benalmádena una mujer encuentra una cartera extraviada con 6000 francos en billetes y una nota manuscrita que no logra entender. No hay documentos de identidad, así que decide entregar la cartera como donativo al párroco de una iglesia de Torremolinos. El sacerdote, al leer la nota manuscrita, se da cuenta de que son frases escritas en francés relativas al secuestro y de inmediato informa del hallazgo a la policía.

A través de esta pista los investigadores logran llegar hasta Jean-Louis Camerini, un peligroso delincuente francés fugado de una prisión de Toulouse. Comienzan a seguir sus pasos y le observan entrando en contacto con otro hombre. Es Ángel García Menéndez, un español casado con una francesa y que también había adquirido la nacionalidad gala.

Siguen a ambos desde Benalmádena hasta Cádiz y observan cómo Ángel baja de su vehículo y se introduce en una cabina. En ese mismo momento suena el teléfono en el domicilio de los Nakachian volviendo a exigir el pago del rescate.

La policía confirma que está ante dos de los responsables del secuestro, pero aún no puede detenerlos: falta saber dónde retienen a la niña. El tormento continúa para los padres de Melodie, que ignoran los progresos de la policía y reciben, en el noveno día de secuestro, un mechón de pelo y una nueva foto de la pequeña en la que se aprecia el corte en sus coletas.

El padre de Melodie muestra a la prensa el mechón de pelo de la niña enviado por los captores

Melodie lleva ya 10 días secuestrada y sus captores rebajan sus pretensiones económicas a 2 millones de dólares. Los investigadores han seguido a Camerini y Menéndez hasta un bloque de apartamentos situado en Torreguadiaro, una pedanía de Cádiz.

De allí Camerini sale solo y pone rumbo de nuevo hacia Marbella seguido por un equipo de policías. Pero el experimentado fugitivo francés descubre la vigilancia y se enfrenta a tiros con los agentes logrando finalmente escapar.

La liberación de Melodie

Este último suceso precipita la intervención en los apartamentos de Cádiz. Son las 04.30 de la madrugada cuando agentes del G.E.O. desplazados al lugar irrumpen en una puerta del tercer piso y sorprenden a dos individuos con la pequeña.

Uno de ellos agarra a Melodie del cuello y trata de parapetarse tras ella a la vez que intenta alcanzar una escopeta. Un policía del G.E.O. le alcanza con un certero disparo en el pecho y pone a la niña a salvo. El segundo captor es reducido sin necesidad de emplear las armas.

Melodie ha sido liberada sana y salva tras 11 días de cautiverio y a los agentes, que han trabajado a destajo, les desborda la emoción y les asoma alguna lágrima cuando escuchan el angelical saludo de la niña a través de los equipos de comunicaciones.

La alegría de los padres de Melodie al recibir la buena noticia fue tal que Raymond se abrazó a uno de los investigadores con tanta emoción y rabia contenida que en el gesto le fracturó una costilla.

El saludo de Melodie que emocionó a los policías

La caída de toda la organización criminal

Pero el trabajo de la policía no había terminado. A la detención del herido de bala en Cádiz y su compinche se sumaron las de dos ciudadanos franceses más y la del interlocutor de la banda, Ángel García Menéndez.

Meses más tarde fue el turno del cerebro de la operación: Camerini era detenido en Barcelona junto a Alain Coelier, otro peligroso delincuente francés que acabó siendo asesinado a tiros en 2010, en Alicante, en lo que parecía un ajuste de cuentas del mundo del narcotráfico.

Alain Coelier, que murió tiroteado en 2010 y Jean-Louis Camerini

Por su parte, la policía francesa detuvo en París a otros cinco hombres relacionados con el caso, entre los que se encontraba Jean Pierre Santoul, que junto a su mujer, Nadine Etienne, eran el nexo que vinculaba a los secuestradores con los Nakachian.

La hija de este matrimonio francés iba al mismo colegio que Melodie y, por ello, Nadine había entablado amistad con Kimera y Raymond. De este modo conocía sus pasos y rutinas y facilitó a la banda esa información para elaborar el plan. De todo el grupo criminal, ella fue la única que logró escapar de la justicia.

Y tú, ¿qué opinas?

Si quieres dar tu opinión o hacer algún aporte sobre las cuestiones que trata esta entrada, te leo en el apartado de comentarios y te invito a que compartas el artículo. ¡Gracias! 🙂

Javier del Molino

Crecí en el barrio de Pizarrales (Salamanca), lugar de nacimiento de un famoso delincuente: «el Lute». Pero yo elegí el otro bando. Por eso hoy escribo sin pretensiones de fama ni fortuna, pero con conocimiento de causa, sobre el bien y el mal, sobre policías y ladrones, sobre criminología y criminales…

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba