Crimen e investigación

Triple crimen en el monte Gurugú: la máquina de copiar billetes

Apenas habían pasado unas pocas horas del recién estrenado 16 de agosto de 1995 cuando alguien alerta de un incendio en el monte Gurugú, en Alcalá de Henares, más en concreto en la zona conocida como el barranco de Azaña.

Cuando los bomberos llegan al lugar observan que el foco del que emanan las llamas es un vehículo en medio del paraje y que en su interior hay tres cuerpos.

Los indicios y la identificación de las víctimas

Con el fuego extinguido, la policía comienza su investigación y logra recuperar algunos indicios entre los restos calcinados: un juego de llaves, un crucifijo de oro y pequeños restos de papeles quemados.

También encuentran 11 vainas que corresponden a un calibre del 9 mm. parabellum y 4 vainas más del 9 mm. largo. Además de los impactos de estas balas, en los tres cuerpos se observan gotas de plomo deformado que podrían corresponderse con impactos de postas que se habrían fundido por efecto del calor.

Se investigó el vehículo, un Volkswagen Golf que fue robado dos días antes, y un estudio minucioso de los restos de papeles quemados da como resultado que corresponden con la factura de un hotel en Valencia y con partes de un pasaporte camerunés.

El troquelado del número del documento permite identificar a su propietario, Leopold Toukan, de 25 años. La identidad de la primera víctima quedaba confirmada.

Días más tarde, en Valencia, se denuncia la desaparición de un varón. Se trata de José Luis Izquierdo Cebollada, de 28 años, natural de Gandía. Su familia dice no saber nada de él desde el pasado 15 de agosto, día en que emprendió viaje hacia Madrid para tratar un asunto de negocios.

Iba en compañía de dos amigos. Uno de ellos, desconocido para la familia, era de raza negra. El otro amigo era Ignacio River Rocher, de 40 años, el cual estaba en trámites de separación y apenas tenía contacto con su mujer.

Volkswagen Golf comercializado en el año 1995

Los investigadores muestran a los familiares de José Luis e Ignacio el juego de llaves y el crucifijo hallados en la escena y las familias los reconocen de inmediato.

El cotejo de ADN con sus parientes confirmará que los dos cuerpos tiroteados y calcinados que aún no habían sido identificados son los de ambos varones. 

Los porteros de la discoteca “Pantheon”

Con las víctimas plenamente identificadas se analizan sus tráficos de llamadas telefónicas, que revelan un número al que todos ellos llaman con asiduidad entre el 15 de julio y el 8 de agosto.

Es el teléfono de Andrés López Cerezo, de 38 años, que ejerce como portero en la discoteca Pantheon de Alcalá de Henares y que tiene antecedentes por atentado contra agente de la Autoridad y lesiones.

Se establece un dispositivo de vigilancia sobre él y esto permite descubrir que López Cerezo forma parte de una banda organizada dedicada al robo de coches, a la que también pertenece otro portero de la discoteca: Vassil Nikolov, de 28 años.

El modus operandi de la banda, en unos años en los que los vehículos no tenían los sistemas electrónicos actuales, era extraer el bombín y copiar las llaves, mismo método que había sido utilizado para sustraer el Volkswagen Golf en el que aparecieron los cuerpos.

Cinta cassette promocional de la discoteca Phanteon

El 5 de octubre de ese año la policía detiene a toda la banda de ladrones de coches, incluidos López Cerezo y Nikolov.

Pero además de imputarles los robos de vehículos, el verdadero objetivo de los agentes es poder registrar sus domicilios con el fin de encontrar pruebas que les relacionen con los asesinatos del monte Gurugú.

Y así sucede. En la casa de Nikolov, aunque no se encuentran armas, se hallan proyectiles del 9 mm largo, además de 30 llaves de coche sin dentar y algunos recortes de papel con el tamaño de billetes.

Pero la guinda del pastel se encuentra en casa de López Cerezo, donde la policía descubre, además de otras armas, una de las utilizadas en el asesinato: una pistola marca Star, modelo 28-PK, que había sido sustraída a un policía el año anterior y que dispara cartuchos del calibre 9 mm. parabellum.

Pistola Star modelo 28 PK (calibre 9 milímetros parabellum)

La teoría sobre el crimen

Con los hallazgos en los registros, los interrogatorios a los detenidos y la investigación sobre el entorno de las víctimas, la policía trata de elaborar una teoría sobre el móvil del crimen.

Al parecer, los dos valencianos tenían graves problemas económicos y esto hizo que buscasen conseguir de forma urgente algo de dinero que aliviase su situación.

Para ello José Luis recurre a un conocido suyo, Leopold Toukan, del que sabe que ejecuta con habilidad una estafa conocida como “la máquina de copiar billetes” (también llamada originalmente “el timo de la guitarra”).

Según la teoría de la policía, José Luis e Ignacio, haciéndose pasar por empresarios, contactan en Madrid con López Cerezo y Nikolov y les ofrecen la máquina-milagro a cambio de 30 millones de pesetas.

Están dispuestos a demostrar a los compradores la veracidad de lo que ofrecen en persona, y después cerrarán el trato.

Para ello, el día 15 de agosto, aprovechando la festividad de la Virgen de la Paloma, los tres fallecidos ponen rumbo a Madrid y se reúnen con López Cerezo y Nikolov.

Éstos, después de ver la demostración, llevan a los tres hombres hasta el monte Gurugú y, una vez allí, les cosen a balazos dentro del coche, al que prenden fuego dejando dos garrafas de gasolina en el interior para que ardiese con más virulencia. 

La máquina de copiar billetes, la estafa de la guitarra y el timo de los billetes tintados

En el timo de la máquina de copiar billetes el estafador asegura al estafado disponer de un aparato y unos productos que consiguen clonar billetes de curso legal.

Tras una puesta en escena (que puede desarrollarse de varias formas), el estafador extraerá ante los ojos de su víctima tanto el billete original como varias copias que pasan perfectamente por billetes legales.

En realidad lo son, pues como si de un truco de magia se tratara, el estafador cambió los papeles en blanco por billetes sin ser percibido por el estafado.

Ahora que ha comprobado la eficacia del proceso, el pardillo ve la posibilidad de amasar una gran cantidad de dinero “clonando” y está dispuesto a pagar al estafador por la máquina y la fórmula de los químicos.

Antiguamente, cuando no existían los billetes o eran aún poco frecuentes, se utilizaba como artilugio para este timo una caja del tamaño aproximado de una guitarra, en cuyo interior el estafador aseguraba que se copiaban las monedas de la época.

Por eso, en el argot delincuencial, la caja adoptó el sobrenombre de ese instrumento y el timo fue conocido como el de la guitarra.

Otra variante de este tipo de timos es la del los billetes nigerianos o billetes tintados. El estafador explica que ha sacado todo su dinero de su país (en guerra o en crisis) tiñéndolo de negro para que no fuese detectado.

Materiales utilizados para llevar a cabo el timo de los billetes tintados

Ante los ojos de su víctima realiza una demostración en la que, en efecto, los papeles negros se convierten en billetes de curso legal tras un proceso químico que, en realidad, es una pantomima.

Después, explicará que necesita comprar reactivos químicos en grandes cantidades para realizar el mismo proceso con toda su fortuna y alegará no disponer de liquidez suficiente al tener todo su patrimonio en billetes tintados.

Por eso ofrecerá al estafado ser quien financie la compra de los químicos a cambio de un suculento porcentaje de ganancia.

Cuando el estafador recibe el dinero acordado, mientras gestiona la compra de los productos, dejará al estafado como garantía toda su fortuna en billetes negros para verse en la obligación de regresar y recuperarla.

Pero todos esos fajos, como era de esperar, no son más que simples papeles negros sin ningún valor. 

Las dudas sobre el móvil del crimen y la participación de un tercer implicado

En noviembre de 1997 la Audiencia Provincial de Madrid condenó a cada uno de los acusados por el crimen del monte Gurugú a 84 años de prisión como autores de 3 delitos de asesinato, a los que se sumarían 3 años más de condena para López Cerezo por el delito de tenencia ilícita de armas.

La autoría material de los hechos se había demostrado, pero dos dudas quedaron en el aire. Por un lado, no pudo concretarse si el brutal crimen fue una forma de venganza tras percatarse del intento de estafa o si lo que pretendían era apoderarse de la presunta clonadora de billetes sin pagar lo acordado por ella.

Por otra parte, los investigadores siempre sospecharon, aunque no pudieron demostrarlo, que López Cerezo y Nikolov no eran los compradores finales, es decir, las verdaderas víctimas del intento de estafa.

Los agentes trabajaron con la hipótesis de que una persona de estatus superior, para el que López Cerezo y Nikolov trabajarían, fue el verdadero objetivo del timo y, por tanto, quien pudo ordenar la ejecución.

De ser cierta esta teoría, el instigador de los asesinatos habría logrado salir indemne gracias a que los dos acusados habrían demostrado una fidelidad y sumisión absoluta a su patrón, al que nunca delataron. 

Y tú, ¿qué opinas?

Si quieres dar tu opinión o hacer algún aporte sobre las cuestiones que trata esta entrada, te leo en el apartado de comentarios y te invito a que compartas el artículo. ¡Gracias! 🙂

Javier del Molino

Crecí en el barrio de Pizarrales (Salamanca), lugar de nacimiento de un famoso delincuente: «el Lute». Pero yo elegí el otro bando. Por eso hoy escribo sin pretensiones de fama ni fortuna, pero con conocimiento de causa, sobre el bien y el mal, sobre policías y ladrones, sobre criminología y criminales…

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