Crimen e investigación

La sangrienta fuga de Brito y Picatoste

En el año 2001 Manuel Brito Navarro y Francisco Javier Picatoste Arnaldo cumplen sendas condenas en la prisión de Ponent, en Lérida. Brito, que en ese momento tiene 35 años, ha sido sentenciado por la muerte de un ciudadano boliviano.

Por su parte, Picatoste, de 34 años de edad, cumple condena como autor de varios robos con violencia. Entre ambos presos surge una gran amistad al compartir celda durante un año y, aunque posteriormente son ubicados en distintos módulos del centro, siguen manteniendo el contacto y compartiendo una misma inquietud: fugarse de la cárcel.

Planificación detallada

En su empeño por recuperar la libertad antes de lo establecido en sus condenas trazan un plan de fuga que van puliendo con el paso de los meses. En él no dejan ningún detalle al azar, pensando incluso en los materiales y víveres que precisarán para esconderse tras la huida o el coste económico que les supondrá tal empeño.

También idean un lenguaje de señas para comunicarse con seguridad cuando se ven en persona, y un código de signos y números con el que establecen también un contacto por escrito intercambiando notas en el patio de la prisión.

El día 3 de octubre de 2001 se inicia el plan. Picatoste sale de la prisión gracias a un permiso, pero pasadas las 48 horas que le habían sido concedidas, no regresa al centro y se oculta de la ley cobijado por un hermano de Brito.

En los días siguientes, Picatoste y Brito mantendrán contacto telefónico. A pesar de las restricciones que tenían los reclusos en el número de llamadas, ambos reos llegan a conversar hasta en 60 ocasiones en apenas 12 días.

Prisión de Ponent, lugar del que Brito y Picatoste se fugaron a finales del año 2001
Centro Penitenciario de Ponent, lugar del que Brito y Picatoste se fugaron

La ejecución del plan

El 14 de octubre es el día elegido para liberar a Brito y culminar así el plan de fuga de los dos presos y amigos. Siguiendo las instrucciones dadas por Picatoste, el cerebro de la dupla, Brito finge una caída por las escaleras y se queja de un fuerte dolor en un brazo para forzar su salida.

El equipo médico de la prisión ordena su traslado al hospital Arnau de Vilanova de Lérida. Es este centro al que son derivados habitualmente los internos que precisan pruebas o tratamientos que no pueden realizarse en la prisión, y Brito y Picatoste lo saben.

La conducción de Brito es asignada a una patrulla de los Mossos d’Esquadra. El veterano del binomio es Eduardo Cosculluela, que ese día patrulla junto a Xavier Murillo, un joven agente en formación que se encontraba en su tercer mes de prácticas.

Ambos se hacen cargo del traslado y custodia del reo sin recibir ninguna información sobre sus antecedentes y peligrosidad, ni sobre su estrecha amistad con un preso recientemente fugado. Una vez en el hospital, los médicos deciden colocar una escayola al paciente y darle el alta.

Al abandonar el centro los agentes no pueden usar los grilletes con Brito para no deformar el yeso, que aún está fresco, y en estas condiciones se dirigen hacia el vehículo para emprender la vuelta. Pero allí les espera Picatoste, que sin mediar palabra ataca a los agentes sin darles opción de respuesta, disparándoles por la espalda y huyendo del lugar junto a Brito.

El hospital Arnau de Vilanova fue el escenario del tiroteo con los agentes que custodiaban a Brito
El hospital Arnau de Vilanova fue el escenario del tiroteo con los agentes que custodiaban a Brito

Los dos mossos lograrán sobrevivir a los disparos, pero padecerán graves secuelas, sobre todo el agente Murillo, que sufrirá daños en la médula y quedará parapléjico. Brito y Picatoste han conseguido camuflarse huyendo campo a través hasta que un amigo, Antonio Pavón, les recoge para trasladarlos hasta Barcelona.

Todos los cuerpos policiales están en alerta y se busca a los huidos por toda Cataluña, pero ellos logran esconderse en la sierra de Collserola con la ayuda de amigos como Pavón y otros compinches que les proporcionan ropa y alimentos.

Disparos mortales y una violación

Casi un mes después del tiroteo en el hospital, el 13 de noviembre, los delincuentes comienzan a sentirse inseguros en la sierra y deciden buscar un nuevo escondite en otra zona del país. Comienzan a caminar por el campo hasta que se topan con un vehículo ocupado por una pareja de jóvenes: Sergio Martínez, de 23 años de edad, y su novia.

Al advertir la presencia de los dos hombres, Sergio trata de arrancar el coche para huir, pero los delincuentes abren fuego sobre el joven sin pensarlo. Primero Picatoste, que dispara dos veces. Después Brito, ya a corta distancia, remata a Sergio vaciando el cargador de su revolver sobre él.

Por si no hubiera quedado patente su total falta de escrúpulos, los fugados sacan el cuerpo de Sergio del vehículo y emprenden la huida a bordo del coche tomando a su novia como rehén.

notas de los planes de Brito y Picatoste para su plan de fuga
Una de las notas en las que Brito y Picatoste planificaban su huida

Cuando apenas han recorrido unos kilómetros, el coche se avería y deben abandonarlo, pero mantienen a la chica retenida como garantía. Le inmovilizan las manos y se introducen junto a ella en una zona boscosa.

Es entonces cuando Picatoste decide adelantarse para inspeccionar el terreno, quedando Brito a solas junto a la joven y aprovechando esta situación para atarla a un árbol y agredirla sexualmente. Cuando Picatoste regresa no se da cuenta de lo sucedido con la rehén y comunica a Brito que deben continuar camino sin ella, abandonándola a su suerte mientras prosiguen con su sangrienta huida.

La caída de los fugados

Brito y Picatoste tienen una radio con la que siguen las informaciones que se ofrecen sobre ellos. Es así, escuchando las noticias, como Picatoste descubre que Brito había violado a la joven. Al conocer lo ocurrido Picatoste monta en cólera y reprocha airadamente a Brito su acción, marcando este episodio un punto de inflexión en su amistad.

El desencuentro entre los dos por este hecho es llamativo, sobre todo teniendo en cuenta los pocos miramientos que ambos habían demostrado tener con quien se topaba en su camino. Daba la impresión de que Picatoste hubiera tomado lo ocurrido como una traición personal de Brito hacia él.

Cuando, más delante, se conoció este detalle, se especuló con que la relación entre los dos reclusos pudiera ir más allá de una simple amistad y entrase en el terreno de lo íntimo y personal, si bien esto nunca se confirmó.

brito picatoste juicio juzgado fuga
Fco. Javier Picatoste siendo trasladado al juzgado tras su detención

Mientras tanto, como parte del operativo de búsqueda, los cuerpos policiales investigan a los posibles compinches que pudieran estar dando apoyo y cobertura a los fugados. Es así como el 16 de noviembre descubren que éstos se han citado con Antonio Pavón en una caseta de la sierra cercana a la carretera de L’Arrabasada.

Los agentes de los Mossos d’Esquadra despliegan un amplio operativo y se camuflan por la zona y alrededores. Al llegar a la cita, sobre las 21.50 horas, Brito y Picatoste son recibidos por más de 100 agentes fuertemente armados ante los que no tienen más remedio que rendirse sin oponer resistencia. La pesadilla, por fin, había terminado.

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Javier del Molino

Crecí en el barrio de Pizarrales (Salamanca), lugar de nacimiento de un famoso delincuente: «el Lute». Pero yo elegí el otro bando. Por eso hoy escribo sin pretensiones de fama ni fortuna, pero con conocimiento de causa, sobre el bien y el mal, sobre policías y ladrones, sobre criminología y criminales…

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